21. Tú y yo tenemos algo pendiente
Tenerla así de cerca, a un palmo de su boca y respirando de su mismo aire, no era suficiente; necesitaba acabar con esa agonía cuanto antes.
Pero no la besaría, no hasta tener su consentimiento y estar seguro que esta vez no se le escaparía dejándolo tieso.
— Di algo — pidió contenido, y es que luego de aquella irreversible confesión, exigía una reacción de su parte por mínima que fuera o iba a volverse loco.
La joven respiró sintiéndose capaz de darle una merecida bofetada… ¿cómo se atrevía?
— No vuelva a decirme algo así — logró hablar, gélida, intentando contener esas ansias que a ella también la incendiaban.
— ¿Por qué?
— ¿Todavía lo pregunta? — lo miró incrédula.
— Si, porque no entiendo a qué te refieres, no eres directa.
— ¿Quiere que sea directa? — le preguntó, intentando mantener esa postura erguida por un instante más, porque si no lo conseguía, iría en contra de sus propios principio y terminaría arrojada a sus brazos… y a esa boca que amenazaba con engullirla en cualquier