16. Cena, miraditas y un poco de...
Ella no se decidió, y aunque insistía en aquellas estúpidas manzanas, Emilio se colocó un delantal y se metió de lleno a la cocina.
Transcurrieron los minutos y así mismo la noche.
Había sentido afición por la gastronomía con apenas doce años. Cuando terminó el colegio, se tomó un año sabático de la universidad y realizó un par de cursos en el exterior, al volver, se dedicó de lleno a su carrera de finanzas y lo dejó de lado.
Era la primera vez que volvía a cocinar en años y no estaba muy seguro de como sentirse respecto a eso, pues también era la primera vez que lo hacía para alguien que no fuesen sus hermanas o madre.
«En serio, ¿qué le había hecho esa bruja descarada?… Todo y más» pensó mientras negaba con la cabeza y sonreía decepcionado de sí mismo
Grecia lo observó todo el tiempo en silencio, atrapada en esa masculinidad y porte que la hacían suspirar nerviosa. La agilidad que tenía con el cuchillo era extraordinaria; parecía un profesional moviéndose de un lado a otro.
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