Legna parpadea varias veces con la esperanza de estar viendo un espejismo; sin embargo, la imagen de su abuelo es muy real.
De momento siente que se marea...
—A-A... —No logra articular ni una palabra. Los latidos de su corazón se tornan intensos y rápidos, al tiempo en que las manos le tiemblan.
—Hola, Legna —la saluda Liah con una sonrisa irónica—. ¿Cómo te has portado durante mi ausencia?
Legna traga pesado y suelta una risita nerviosa.
—¡Abuelo, llegaste! —Finge demencia y se le lanza encima. Ella lo abraza con euforia y una emoción exagerada, que él corresponde con naturalidad.
—Ay, cría... —dice él resignado—. ¿Qué más me queda por hacer sino ayudarlos a enmendar este caos?
Legna se aparta de él y lo mira avergonzada.
—Abuelo, te juro que el asunto con Dylan fue accidental. Yo obedecí tu pedido el mismo día, pero al idiota este se le ocurrió ir a joder al mismo territorio donde yo estaba entrenando y pues...
—¿Por qué lo pones como si yo fuera el culpable? —se defiende Dylan.
—¡