Maia, una hermosa chica de 23 años está casada con Ronaldo desde hace 2 años y su sueño más grande es ser madre desde que se casó nunca se ha cuidado pues esperaba ser mamá muy pronto pero la vida o el destino le juegan una mala pasada y a pesar de que está muy bien de salud y no tiene ningún problema para concebir un hijo nunca ha podido embarazarse esa es la razón por la que acude a su amiga quién le dice que si ambos están bien de salud entonces podrían realizar una inseminación artificial Pero hay un problema Maía y Ronaldo no cuentan con los requisitos financieros para costear el procedimiento. Su amiga y ginecóloga decide ayudarla y usar los recursos de del lugar donde ella trabaja para llevar a cabo la inseminación artificial sin que nadie se entere sin saber que en ese momento ella cometería un error que cambiaría el destino y la vida de su mejor amiga sin saberlo. Vladimir, se ve forzado a acudir a un vientre en alquiler para conservar la herencia de su abuelo, así planea tener un hijo sin necesidad de tener una esposa, sin embargo un error en la clínica de fertilidad lo llevará a conocer a una mujer que cambiará su forma de pensar, aunque eso no será nada fácil, ya que el tienes heridas que no se pueden ver, pero que duelen muchísimo. ¿Que pasara en esta hermosa historia de amor?
Leer másMaia Sánchez, una joven de 23 años de una belleza serena, llevaba dos años casada con Ronaldo, un hombre que parecía no valorarla ni darle nada. A pesar de ello, ella lo amaba con todo su ser y hacía lo imposible por verlo feliz. Creía que él no tenía dinero, así que trabajaba incansablemente para pagar la renta y cubrir todas las necesidades del hogar, incluidas las de él. Cada día, después de largas jornadas de trabajo, regresaba a casa con la esperanza de que Ronaldo la recibiera con amor, pero en lugar de eso, solo encontraba indiferencia.
A pesar de la frialdad de su esposo, Maia anhelaba con todas sus fuerzas ser madre. Había intentado de todo para concebir un hijo con Ronaldo, pero los meses pasaban y la ilusión se desvanecía con cada prueba de embarazo negativa. Sin embargo, ese día, una llamada de su mejor amiga y ginecóloga, Daiana, le devolvió la esperanza. 📲—Amiga, dime que tienes buenas noticias para mí —casi suplicó Maia al contestar el celular, con los dedos temblorosos y el corazón palpitando a mil por hora. 📲—Por supuesto que sí —respondió Daiana con entusiasmo—. Dile a Ronaldo que puede pasar a la clínica para dejar su muestra de semen, y mañana podré hacerte la inseminación artificial. Maia sintió que el alma le volvía al cuerpo. Su pecho se llenó de emoción, y sus ojos se humedecieron de pura felicidad. 📲—¡Gracias, amiga! Le diré que vaya ahora mismo —dijo con la voz entrecortada, sintiendo que estaba a punto de alcanzar su sueño más anhelado. Sin perder un segundo, Maia llamó a su esposo, su voz llena de entusiasmo. Le explicó todo, esperando que él compartiera su alegría, pero Ronaldo solo respondió con un seco —Está bien, iré. No había emoción en su voz, ni siquiera un atisbo de interés, pero Maia se aferró a la esperanza de que, al menos, cumpliría con su parte. Horas más tarde, Ronaldo llegó a la clínica, donde Daiana lo recibió con profesionalismo, aunque en el fondo no le agradaba ese hombre que no parecía valorar a su amiga. Le entregó el frasco donde debía dejar su muestra y lo dejó solo en una habitación con revistas para adultos, esperando que hiciera lo necesario. Unos minutos después, Ronaldo salió del consultorio con la misma expresión apática de siempre y se marchó sin decir una palabra. Daiana suspiró con resignación y comenzó a preparar todo para el procedimiento de su amiga. Sabía cuánto significaba para Maia ser madre, y aunque no aprobaba la actitud de Ronaldo, haría todo lo posible por ayudarla. Esa misma tarde, Daiana volvió a llamar a Maia. 📲—Tu esposo ya dejó su muestra. Mañana a primera hora puedes venir a hacerte la inseminación —le informó con una sonrisa en los labios. 📲—¡Gracias, Daiana! —exclamó Maia con emoción—. Hoy hablé con mi jefe para pedirle unos días libres y me los otorgó. Así podré descansar como es debido después de la inseminación. 📲—Eso será lo mejor, amiga. Así pronto seré tía —respondió Daiana con cariño. Maia sonrió y tras despedirse, colgó la llamada. Se sentía en la cima del mundo, con el corazón rebosante de ilusión. Terminó su jornada laboral asegurándose de dejar todo en orden antes de tomarse sus días de descanso. Antes de ir a casa, pasó por una tienda y compró la cena. Quería celebrar con Ronaldo, compartirle su felicidad y tal vez, solo tal vez, recibir de él una muestra de apoyo. Sin embargo, al llegar a casa, la recibió con su ya habitual mal humor. —¿Qué son estas horas de llegar, Maia? Me muero de hambre —espetó Ronaldo con fastidio, sin siquiera mirarla a los ojos. El tono seco y desinteresado de su esposo la hirió, pero ella, como siempre, se obligó a sonreír. —Perdón, mi vida, se me hizo tarde porque tuve que arreglar todo en el trabajo. Así, después de la inseminación, podré descansar y aumentar las posibilidades de que funcione —explicó mientras se apresuraba a servir la cena. Ronaldo no respondió. Solo tomó su plato y comenzó a comer sin mirarla, sumido en su propio mundo. Maia comió en silencio, sintiendo que, aunque estaba sentada frente a su esposo, en realidad se encontraba completamente sola. Después de cenar, Maia se dio una ducha y se acostó junto a Ronaldo, apoyando la cabeza en su pecho en busca de un poco de cariño. Sin embargo, apenas pasaron unos minutos cuando él comenzó a roncar ruidosamente, haciéndola suspirar con tristeza. Se quedó despierta hasta tarde, observando el techo y preguntándose si alguna vez su esposo llegaría a amarla tanto como ella lo amaba a él. A la mañana siguiente, cuando Maia despertó, Ronaldo ya se había ido. Buscó su celular y le marcó, pero él no respondió. —Pensé que vendría conmigo… —susurró para sí misma, sintiendo una punzada de decepción. Pero no tenía tiempo para lamentarse. Se obligó a desayunar algo ligero y salió rumbo a la clínica, donde Daiana la esperaba con una sonrisa llena de emoción. —Ya está todo listo. Nos acompañará solo un enfermero de confianza —le informó Daiana, abrazándola con cariño. —Gracias, amiga, eres la mejor —susurró Maia, conteniendo las lágrimas de gratitud. El procedimiento fue sencillo pero significativo. Maia siguió cada indicación al pie de la letra, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Cuando Daiana terminó, tomó su mano con cariño. —Ya está hecho —anunció con ternura. Maia no pudo contener las lágrimas. —Gracias… gracias, Daiana… —Agradece cuando tengas al bebé en tus brazos. Ahora descansa unos minutos antes de irte —le aconsejó Daiana. Maia obedeció y tras unos minutos, se cambió para regresar a casa. Su amiga le advirtió que debía evitar cualquier esfuerzo físico durante al menos quince días, así que planeaba tomarse su descanso muy en serio. Mientras Maia se marchaba, Daiana sintió una punzada de curiosidad. ¿Por qué su amiga no lograba embarazarse de forma natural si ella estaba en perfectas condiciones? Llevada por la sospecha, tomó lo que quedaba de la muestra de Ronaldo y la envió a analizar. Unos minutos después, alguien interrumpió en su consultorio. —¿Usaste la muestra de semen que estaba lista para una inseminación artificial hoy? —preguntó el encargado del laboratorio con expresión alarmada. —Sí… tú me dijiste que la dejarías temprano para que la usara —respondió Daiana con confianza. El hombre negó con la cabeza, su rostro reflejando preocupación. —Esa no era la muestra de su paciente, doctora. Los ojos de Daiana se abrieron de par en par, sintiendo un frío helado recorrer su espalda. —Dios mío… ¿qué hice? Y en ese momento, supo que había cometido un error que cambiaría la vida de Maia para siempre.Daiana sirvió el desayuno con una sonrisa en los labios. Estaba feliz, ilusionada, radiante. Las tostadas doradas, el jugo recién exprimido y el aroma del café llenaban el aire. Tenía el corazón latiendo más rápido de lo normal. Aquella noche con Javier había sido intensa, pasional, mágica. Ella creía haber sentido algo más que deseo en sus caricias, en sus besos, en su forma de mirarla antes de quedarse dormido.Subió por las escaleras con pasos ligeros y el corazón lleno de esperanza y amor al mismo tiempo. Pero al llegar a su habitación, la cama estaba vacía. La colcha revuelta aún conservaba su calor y olor , pero no había rastro de él. Lo llamó suavemente.—Javi… Mi amor ¿Dónde estás? —preguntó con ternura.Nada.Total silencio absoluto, que hizo que Daiana sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo por completo.Revisó el baño. Nada. Entró al vestidor. Nada. Fue y miró al balcón, a la cocina, a cada rincón del apartamento. Su sonrisa se fue borrando lentamente mientras pasaban los
La música seguía resonando en los corazones de todos los invitados, incluso cuando la fiesta de compromiso había llegado a su fin. Las luces suaves y el ambiente romántico hicieron que la noche fuera inolvidable para Maia y Vladimir. A pesar del desastre provocado por Javier, el torpe asistente que parecía tener un talento innato para arruinar los momentos importantes, la celebración fue un éxito rotundo. Maia, con su dulzura y temple, se encargó de calmar a Vladimir, de hacerlo sonreír, de recordarle que lo más importante no eran los errores ni los detalles que salían mal, sino el amor que los unía.La pareja se retiró a descansar una vez que los últimos invitados se habían marchado. Caminaban tomados de la mano por el pasillo iluminados solo por unas cuantas lámparas, intercambiando miradas cómplices, besos furtivos y algunas risas bajas que llenaban el silencio con ternura. Al entrar a su habitación, Maia dejó escapar un suspiro.—Me duelen los pies y se hincharon —se quejó, mientr
Daiana salió de la mansión con pasos firmes, sujetando con fuerza la muñeca de Javier y arrastrándolo con ella sin mirar atrás solo pensaba que le estaba salvando la vida al tonto y torpe que la tenía loca de amor. Él apenas podía seguirle el ritmo sin tropezar con sus propios pies.—¿A dónde vamos? —exclamó con nerviosismo, sintiendo un sudor frío recorrer toda su espalda.Daiana no le respondió de inmediato. En cambio, abrió la puerta de su auto con un movimiento brusco y lo miró con esa intensidad que siempre lograba ponerlo en más nervioso y en jaque mate.—A mi casa —dijo simplemente Daiana antes de subirse al vehículo.Javier tragó saliva, ¿por qué irían a la casa de esa hermosa mujer?.¿Había hecho algo malo? ¿Estaba enojada con él? ¿Iba a matarlo y enterrar su cuerpo en el patio?Con una torpeza natural en él, subió apresurado, pero en el proceso casi se machuca un dedo al cerrar la puerta. Se quejó por lo bajo, pero prefirió no decir nada. Lo último que necesitaba era darle m
Vladimir sujetó con fuerza la mano de Maia, transmitiendo su apoyo y protección. Ella le regaló una cálida sonrisa, queriendo hacerle saber que estaba bien y que nada ni nadie, y mucho menos Ronaldo, podría arruinarle esa noche.—Esta fiesta apenas comienza, mi amada —susurró Vladimir antes de darle un tierno beso en los labios.Maia sintió su corazón latir con fuerza ante aquel gesto. La forma en que él la miraba, con devoción, amor y ternura, la hacía sentirse la mujer más afortunada del mundo. De la mano, caminaron juntos para saludar a los invitados, quienes los observaban con admiración.Antes de inaugurar la pista de baile, Vladimir tomó el micrófono, con Maia a su lado. Su porte imponente y su presencia autoritaria hicieron que todos en el salón guardaran silencio de inmediato, expectantes por lo que estaba a punto de suceder.—Buenas noches a todos y bienvenidos. Les doy las gracias por acompañarnos en esta noche tan especial para nosotros —su voz resonó con firmeza y emoción.
Una semana después, todo estaba listo para la fiesta de compromiso entre Vladimir y Maia. El evento prometía ser elegante, lleno de lujo y con la presencia de las familias más influyentes. Vladimir, como siempre, mantenía su porte serio e imponente, pero había una tensión en sus hombros que solo un observador muy agudo podría notar. Javier, su leal pero torpe asistente, estaba a punto de hacer su entrada triunfal… o más bien, su entrada desastrosa.—¡Jefecitooo! —gritó Javier al entrar en el despacho de Vladimir con un estuche de terciopelo en la mano., llegó el anillo y lo tengo en mis propias manos.El problema fue que, en su euforia, no vio el borde de la alfombra y, en un segundo, su pie se enganchó, su cuerpo voló por los aires y aterrizó con la frente directamente contra el suelo. El estuche salió disparado de sus manos, girando en el aire como si estuviera en cámara lenta.—¡Javier, el anillo! —exclamó Vladimir levantándose de su silla con la rapidez de un felino.Apenas logró
Maia jadeó en los labios de Vladimir cuando sintió cómo él la llenaba por completo. Su piel ardía bajo las caricias de aquel hombre que, pese a su apariencia fría e imponente, la hacía sentir amada, deseada y protegida. Cada movimiento era una promesa silenciosa de amor, una entrega mutua que iba más allá del deseo.—Eres mía, Maia… solo mía —susurró Vladimir con voz ronca mientras atrapaba su boca en un beso profundo y apasionado.Los cuerpos se unieron en una danza ardiente, desbordada de emociones. Maia enterró sus uñas en la espalda de Vladimir, dejándose llevar por las sensaciones, por el amor que la envolvía por completo.El placer los consumió hasta dejarlos exhaustos, y cuando todo terminó, Vladimir la abrazó con fuerza, como si temiera que desapareciera. Maia, con el corazón latiendo con fuerza, escondió su rostro en su pecho.—Vamos a preparar nuestra boda —murmuró él, besando su frente con ternura.Maia alzó la mirada, sorprendida, pero con una sonrisa dulce que se dibujó e
Último capítulo