Daiana sirvió el desayuno con una sonrisa en los labios. Estaba feliz, ilusionada, radiante. Las tostadas doradas, el jugo recién exprimido y el aroma del café llenaban el aire. Tenía el corazón latiendo más rápido de lo normal. Aquella noche con Javier había sido intensa, pasional, mágica. Ella creía haber sentido algo más que deseo en sus caricias, en sus besos, en su forma de mirarla antes de quedarse dormido.
Subió por las escaleras con pasos ligeros y el corazón lleno de esperanza y amor al mismo tiempo. Pero al llegar a su habitación, la cama estaba vacía. La colcha revuelta aún conservaba su calor y olor , pero no había rastro de él. Lo llamó suavemente.
—Javi… Mi amor ¿Dónde estás? —preguntó con ternura.
Nada.Total silencio absoluto, que hizo que Daiana sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo por completo.
Revisó el baño. Nada. Entró al vestidor. Nada. Fue y miró al balcón, a la cocina, a cada rincón del apartamento. Su sonrisa se fue borrando lentamente mientras pasaban los