Cap. 6 La pequeña niña rubia
Después del desayuno se dirigió al estudio en donde la esperaban.
—Señorita Claire, es hora de comenzar con sus clases de etiqueta y personalmente me encargaré de pulirla —se levantó.
Anabel burlona añadió.
—¡Qué honor!
Boris sonrió complacido, pues su luna brillaría con honores frente a la manada. La voz de su abuela lo volvió de sus reflexiones.
—Le indiqué a Oswaldo que dispusiera un servicio completo para tal menester —le indicó que acercara—. Esto es todo lo que necesitaré para pulirla.
—Me disculpo por no saber…
—Así es, querida —dijo ella solemne—. Debes disculparte porque nadie debe ignorar en su vida la etiqueta, es algo de vital importancia en esta sociedad.
La mujer tomó asiento con una gracia sin igual, mientras sus nietos seguían atentamente cada paso de la sudamericana. Rowena la imitó y se fijó en los innumerables utensilios que había dispuesto.
Enrietta tomó la servilleta que había sido doblada en forma de cisne y se la colocó en las piernas y le indicó que lo hiciera.