Cap. 17 El ataque del lobo gris
Bertino se acercó con una sonrisa a Rowena.
—Hola, Rowena, ¿cómo estás?
—Bertino, muy bien, gracias, ¿y tú?
—Soportando el cambio.
Boris lo vio muy cerca de Rowena y eso no le gustó y se acercó.
—¿Sucede algo?
—Saludó con Bertino.
—Sí, es bueno ver a las personas que nos dan una mano.
—Rowena viene conmigo y se irá conmigo.
Bertino no entendió sus palabras.
—Cálmate, pareces enojado.
—Me enoja que no conozcas tu lugar en la vida —se acercó peligrosamente a él—. Y si no lo sabes, te lo voy a enseñar.
Enrietta se acercó a su nieto.
—Querido, ¿pasa algo?
—Nada, abuela, le indicaba su lugar a Bertino.
Camelia interesada se acercó a ellos, interesada en los dos apuestos mancebos.
—¿Y este buen mozo joven, quién es?
Bertino se presentó en ese momento.
—Bertino Zaragoza.
—¿Hijo del doctor?
—Sí, para servirle.
—Impresionante.
—Bertino está en proceso de ser uno de nosotros.
—Vaya, interesante.
Boris solo pensaba que para muchos ese perro sería una novedad por el momento.
**
Anabel sonreía radi