Samantha
Me despierto de golpe, con el corazón latiendo a mil por hora. Me invade el pánico.
—¿Dónde estoy? —susurro apenas, con la voz quebrada.
Intento analizar la situación, obligando a mi mente a recordar, a hilar lo que pasó antes de... esto. Y, de repente, todo regresa como una avalancha. Las imágenes, los gritos, el golpe.
—¡No puede ser! —gimo, y las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas.
¿Por qué a mí? Esto no puede estar pasando, tiene que ser una pesadilla. ¡Dios, por favor que sea una pesadilla!
Intento moverme, desesperada por liberarme, pero no puedo. Muevo los brazos con fuerza, y al intentar mover los pies, un dolor agudo me recorre todo el cuerpo como una descarga eléctrica.
—¡Mierda! —grito entre dientes, recordando el momento en que me doblé el pie. Lo había olvidado por completo.
El dolor es insoportable. Aun asi me muevo con desesperación, tratando de liberarme, pero es inútil. Estoy amarrada. Mis brazos están abiertos, atados en cada esquina de la cama com