Sebastián, al ver a la orgullosa Suria con un látigo, él frunció el ceño cuando ella golpeó fuertemente a Gisela, como si se hubiera guardado para la venganza. No se dio cuenta de que había mimado a Suria tanto durante los dos últimos años que había vuelto cada vez más arrogante, que pegaba a la gente en el plató. Sin el Grupo Fuentes para protegerla, ¡ella habría muerto!
Sebastián guardó el móvil y se impulsó por la puerta, dando zancadas hacia el plató, y dijo cuando Suria levantó el látigo una vez más:
—Suria —la voz no era alta, pero era tan firme y fuerte que todos en el plató podían oírla.
Cuando vio venir a Sebastián, dejó su látigo e inmediatamente se lanzó a brazos del hombre como una niña.
—Sebastián, ¿qué haces aquí? —y frotó la cabeza contra su pecho.
Sebastián tenía los ojos fríos, pero no la apartó,
—Te llevo a comer —mirando despreocupadamente alrededor, vio que Leticia la ayudó a Gisela.
Gisela llevaba un vestido blanco y cuando se levantó, vio la sangre en el vestido