Capitulo cincuenta.
Ethan y Ylva caminaban por los pasillos del castillo, sus pasos resonando suavemente en el suelo de mármol oscuro. El vestido azul oscuro de ella caía con elegancia sobre su figura, su tela ligera moviéndose con cada paso, dándole una sensación de frescura que agradecía, aunque en un principio lo había considerado caluroso. Por su parte, él vestía un pantalón jeans y una camisa que hacía juego con el vestido de Ylva, un detalle que, aunque sencillo, creaba una armonía entre ambos.
El joven que los guiaba los condujo con discreción, sin entablar conversación, pero con una actitud educada. Los pasillos estaban iluminados con destellos dorados provenientes de los cristales mágicos incrustados en las paredes, dándole un aire de grandeza al ambiente.
Finalmente, llegaron al umbral de una gran puerta, donde el joven los miró brevemente, hizo una ligera inclinación de cabeza en señal de respeto y se retiró sin decir palabra, dejándolos solos frente a la entrada del comedor.
Al cruzar el umbr