Capítulo 9. Rubia
Sasha se encontraba frente al espejo de su camerino, inmersa en la rutina de maquillaje habitual previa a su actuación nocturna de ese día. Con precisión y destreza, colocaba cada pestaña postiza en su lugar, realzando la intensidad de su mirada, mientras de reojo se observaba. Fue cuando estaba aplicando el contour en su rostro con un pincel especial, que su jefe apareció y se colocó en el rellano de la puerta, cruzado de brazos contra el marco y se quedó por un instante en silencio, observándola en silencio, de arriba a abajo. Sasha, notando su presencia, levantó la vista del espejo y lo miró con marcado desdén, sin poder ni querer evitarlo. — ¿Qué es lo que estás mirando? — inquirió con malhumor. Él suspiró. — ¿Sabes? Si no dejaras tanto dinero en este lugar, ya te habría echado a patadas de aquí. Es un milagro que mi padre te haya contratado... — respondió su jefe con disimulado desprecio. Aquellas palabras la irritaron así que soltó un suspiro frustrado y le respondió: — Desde el