En la casa de Sasha, la tranquilidad de la tarde se vio abruptamente interrumpida por el sonido de la puerta principal siendo forzada. Un escalofrío recorrió la espalda de la rubia mientras se preguntaba quién podía estar irrumpiendo en su hogar a esas horas intempestivas. Por suerte Susan se había llevado a su hija, no creía que podría ser ella, aparte tenía la llave, una mala espina se instaló en su costado mientras salía de la cocina. Con el corazón latiendo desbocado, Sasha avanzó hacia la puerta y se acercó con cautela hacia la entrada principal. Pero antes de que pudiera siquiera alcanzar el pomo de la puerta, ésta se abrió bruscamente y un hombre encapuchado entró con paso decidido, emanando una presencia amenazante. — ¿Quién demonios eres tú? ¡Sal de mi casa ahora mismo! —exigió ella, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba ligeramente por el miedo que comenzaba a apoderarse de su cuerpo mientras asimilaba lo que sucedía. El intruso se detuvo en medio de la sala,