Megan miró a Steven con una expresión de incredulidad, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar. — Steven, por favor, escúchame. Sé que cometí un error al dejarte por mi amiga, pero eso fue eso, un error y me he dado cuenta ya de mi equivocación. Y te juro, he cambiado, he aprendido de mi error te lo juro. Todavía te amo, siempre te he amado. Por favor, dame otra oportunidad —rogó con desesperación, sus ojos brillando con lágrimas que amenazaban con caer. Steven la miró fijamente, su expresión impasible. — Megan, es tarde para eso. Ya estoy con Sasha y tenemos una hija. No puedo ni deseo volver contigo—respondió con firmeza, aunque en su interior se sentía agitado por las emociones que esta conversación había desatado. Especialmente sabiendo que Sasha estaba en el piso de arriba. Megan soltó un suspiro frustrado, su rostro transformándose en una mezcla de tristeza y resentimiento. — ¿Una hija? ¿De quién es? ¿Tuya o de alguno de los amantes de la prostituta esa? —inquirió co