Ximena llegó a casa, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad. La conversación con Nikita había sido un soplo de aire fresco, pero la incertidumbre sobre lo que vendría la mantenía en vilo. Su pequeño Junior la esperaba en la sala, con su juguete favorito en las manos, ajeno a la tormenta que se avecinaba. —¡Mamá! —exclamó Junior al verla, sus ojos brillando de alegría—. ¡Jugamos a los dinosaurios con Lana!— dijo y la joven niñera lo miró de un modo dulce. Lana era la hija de un nuevo vecino, desde que se había mudado allí, mejor dicho, desde que había comenzado a trabajar para Brad toda su vida había cambiado incluso su domicilio pues había podido mudarse a un hermoso barrio,todo iba bien hasta que el maldito Roberto y su pasado la habían arrastrado de nuevo hacia su pasado... Ximena sonrió fingidamente tratando de alejar esos pensamientos y saludó a la niñera, le abonó lo que le debía y la acompañó a la puerta. Luego suspiró y volvió a la sala donde aún Junior jugaba como si nada p