La noche estaba tranquila, con la suave luz de las estrellas y el reflejo de la luna danzando en la habitación, Sasha y Steven se encontraban recostados en la cama desnudos, sumidos en un momento de profunda intimidad, ella de hecho yacía completamente dormida entre sus brazos. Él se había despertado primero y se la había quedado observando. Luego de unos instantes de contemplar maravillado su belleza de origen eslavo, Steven acarició suavemente el rostro de ella, sus dedos trazando cada contorno con delicadeza. La rubia aún tenía cerrados los ojos, como si en alguna parte de su ser se sintiera segura y protegida entre sus brazos. Sin decir una palabra, Steven se acercó lentamente a su rostro, sus labios buscando los suyos con ternura. Un beso suave como el aleteo de una mariposa se transformó en uno apasionado que hizo que ella se despertara, claro que él no era su príncipe azul (pero algo era algo). El tiempo pareció detenerse mientras se comenzaron a explorar mutuamente, cada caric