Luego de ese ácido intercambio, me alejé de Norman con una sonrisa satisfecha en mi rostro mientras aún escuchaba los fuegos artificiales y el bullicio a mi alrededor. Pero en ese momento no me importaba. Me sentía poderosa, me sentía vengada, me sentía reivindicada. Finalmente, había podido demostrarle que no era la niña inocente y débil que él creía que era. MALDITO BASTARDO. Pero mientras me alejaba, no pude evitar sentir una especie de electricidad en mi piel. Era como si el simple contacto con Norman cuando habíamos chocado sin querer, hubiera despertado algo dentro de mí. Me estremecí de solo pensarlo. No, no, no. No podía permitir que eso sucediera. No podía permitir que Norman me afectara de esa manera. Las cosas ahora serían bajo mis reglas. Él me había demostrado que era un maldito, que no se preocupaba por nadie más que por sí mismo y me había prometido a mí misma que el muy maldito pagaría por eso y caro...No podía flaquear de nuevo frente a él y mostrarme rendida a sus pi