Norman se encontraba en su oficina, sumido en pensamientos oscuros tras el incidente del strip club. La luz tenue del atardecer se colaba por las persianas, dibujando sombras alargadas en la pared mientras él repasaba en su mente cada detalle. La emboscada de Ekaterina en el strip club había dejado una marca imborrable en él: la forma en que se había acercado, con esa mezcla de osadía y seducción, y la respuesta fría que le había dado él luego de "eso", al decirle que dejara de buscarla, no dejaba de rondar en su cabeza. Ahora, sentado tras su escritorio, entre papeles y el resplandor de la pantalla de su ordenador, su mente se debatía entre la molestia y una extraña fascinación. Mientras vapeaba, sus pensamientos se tornaron en una mezcla de insultos y recuerdos. "Esa maldita mocosa", se reprochaba internamente, recordando cómo, en otra ocasión, había irrumpido en su oficina para rogarle la tarjeta de crédito que por cierto , nunca le había devuelto. La ironía de que alguien como ell