El viaje fue corto, y pronto se encontraron en el vestíbulo de un lujoso hotel. El recepcionista les sonrió de manera profesional mientras Roberto la guiaba hacia el ascensor. No era el mismo lugar que la vez anterior. Una vez dentro, él presionó el botón del último piso. El silencio entre ellos era pesado, cargado de tensión no resuelta y palabras no dichas. Ximena jugueteó nerviosamente con sus dedos, tratando de calmar su mente acelerada, mientras él la devoraba con la mirada pero aún así se mantuvo a una distancia respetuosa como si no quisiera abrumarla luego de lo que había ocurrido en el club. Al llegar a la suite, él abrió la puerta y la invitó a pasar. La habitación era impresionante, decorada con un estilo moderno y elegante. Una gran mesa de comedor estaba colocada cerca de la ventana, con una vista panorámica de la ciudad que se extendía bajo ellos. Roberto hizo un gesto hacia la mesa. —Ponte cómoda —dijo con una sonrisa tranquila, pero sus ojos brillaban con una intensida