Lula se esforzó por levantarse, pero el dolor en su hombro era demasiado fuerte. Pauline la observaba desde arriba, sin hacer ningún movimiento para ayudarla. En ese momento, Lula se sintió más sola y desesperada que nunca. Luchando contra las lágrimas, intentó sentarse en el suelo, apoyándose en su brazo bueno. De repente, escuchó el sonido de un auto llegando a la entrada de la casa. Brad salió del coche, con una sonrisa en el rostro que se desvaneció al ver la escena frente a él. Rápidamente se dirigió hacia Lula y su madre, su expresión cambiando a preocupación y enojo. —¿Qué está pasando aquí? —exclamó, mirando a su madre y luego a Lula en el suelo. Pauline, con una actitud despreocupada, levantó una ceja. —Nada, querido. Solo estaba asegurándome de que esta joven haga su trabajo. Parece que no quería trabajar —dijo con total desparpajo. Brad se arrodilló junto a Lula, su rostro lleno de preocupación. —Lula, ¿estás bien? —le preguntó, tocando suavemente su hombro. Lula hizo una m