El mensaje de Candy llegó a media mañana, justo cuando Ekaterina salía de la ducha. Aún envuelta en su toalla de felpa blanca, con el cabello húmedo cayendo sobre sus hombros en mechones rubios largos y pesados, desbloqueó su teléfono y leyó la notificación en la pantalla iluminada: "Voy a pasar a buscarte para almorzar. Te debo una salida decente." Ekaterina sonrió para sí misma. Justo lo que necesitaba. Después de la tensión de la mañana, una conversación con Candy le vendría bien. Mientras se deslizaba en un vestido lencero de seda azul cielo que resaltaba su figura, una idea se instaló en su mente. Lo sucedido con Norman había sido un torbellino de emociones y sensaciones, y aunque él se había alejado abruptamente, ella no podía ignorar la chispa latente entre ambos. Tal vez, Candy podría ayudarla a canalizarla a su favor, pensó. A la hora pactada, Candy llegó a buscarla en su auto, un descapotable rojo brillante con interiores de cuero beige, que reflejaba su estilo sofisticado y