POV ELENA
No sé en qué momento el día se fue a la mierda. Quizá fue cuando choqué con Carlos en el recibidor. O quizá cuando entró a mi oficina como una tormenta fría para decirme, sin pestañear, que no le había demostrado “competencia”.
Competencia. La palabra me siguió rebotando en la cabeza durante horas.
No entiendo qué demonios le pasó. No entiendo por qué de pronto necesitaba demostrarle algo. Y lo peor es que… me dolió. Me dolió porque en algún punto, sin darme cuenta, necesitaba que él viera en mí lo que realmente soy. No sé cuándo comenzó eso. No sé por qué.
Pero ahora solo quedaba el fastidio. Y la rabia. Y la confusión.
Así que recogí mis cosas con la idea clara de que iba a llevarme trabajo a casa. Si quería resultados para el fin de semana, pues los tendría. Aunque me costara dormir. Aunque me hirviera la sangre mientras lo hacía.
Suspiré, acomodando los documentos en la bolsa. No quería pensar en él. No quería pensar en Thomas tampoco. Ese hombre… ese hombre me pone los