¡Sheila "él es demasiado para ti a caso no te ves en el espejo"! solo te utilizo y ya estuvo"! Es un magnate millonario ."Deja de soñar despierta". Sheila es una chica, dulce, elegante, una belleza . vive con su abuelo en Londres, para una mejor vida. Todo cambia: cuando la hermosa chica acepta un trabajo como camarera que le cambia la vida por toda,no solo llevando la al borde de la muerte . Salva da por un joven millonarios que terminan en enredos . Ser una chica de bajo estatus. Podrá ella majen ar su papel y no caer enamorada ... Podrá ser aceptada en la alta sociedad. Una historia de amor y odio .
Leer másSin duda era un vestido precioso, plateado, de un fino tejido que se ajustaba al cuerpo sensualmente, con un gran escote y un seductor corté lateral.
Hacía que mis senos parecieran más y más grandes y mi cintura más estrecha, como si la medida fue tomada con mi cuerpo presente.
Se pegaba tanto a mi piel,que era fácil adivinar, que no llevaba nada. Cuando digo nada, absolutamente nada. Era sensacional, provocativo y muy sexy. En cualquier ocasión me habría gustado llevarlo puesto.
Pero no en las circunstancias en las que estaba. Sabía demasiado bien, por qué el degenerado de Esteban Ferreira había insistido tanto en que me lo pusiera. Quería que sus también desgraciados amigos, tuvieran un juguete con el que entretenerse. En aquellas circunstancias, cualquier mujer con un mínimo de sentido común saldría corriendo.
Pero era difícil escapar de un yate, en medio del mar. Me habían contratado en Londres como camarera, para un evento en un viaje, lo cual duraría solo tres días. Pero fui tan ingenua al creer que eso era todo lo que querían de mí. "El simple servicio de una camarera". A pesar de todo, mi situación financiera no me permitiría redimir a la hora de seleccionar un empleo.
Acababa de ser despedida de un gran almacén y todavía no había logrado un nuevo trabajo. Por lo cual el primero que se presentó lo acepté, por mi precaria economía no tenía opción. El dinero ofrecido para aquel viaje era bueno, así que no me limité y acepte. Sin duda nadie me predijo que ese sería un error fatal.
Había embarcado en el The Ferreira en el puerto de Southampton. Aunque lo llamaban yate, era un barco en todas reglas, con más de doscientos metros de eslora, trece camarotes, un bar, una piscina y un comedor para veinte personas. No había pasado 15 minutos desde mi llegada al yate, cuando me di cuenta de que fue mi error más fatal desde mi existencia. Por su puesto, a todo el mundo le gusta el dinero, pero aquel lugar olía a dinero sucio. Por razones mías me preocupa su procedencia.
A pesar de todo lo que mis ojos estaban viendo, me quede. Mi situación era tan precaria que, aun en contra de lo que me dictaban, mi buen juicio. Solo decía en mi mente “son solo tres días aguanta”. Varías horas después, conocí a Esteban. En cuestión de segundos su grasienta y repugnante presencia me advirtió que estuviera alejado de él, lo más posible.
_¡Te lo pondrás!
Me dijo él mirándome de arriba abajo, con ojos que me desnudaba con su mirada. Expresó
_ ¡Le dije a la agencia que quería bellezas, pero veo que si me entendieron! ¡Me gusta que mis invitados se lo pasen bien! ¡Ya me entiendes!
Después de escuchar esos argumento, un escalofrío recorrió mi espalda, estaba pálida. Por desgracia lo entendí a la perfección, pero ya estábamos en medio del mar, era muy tarde para arrepentirme de todo y abandonar este asqueroso lugar.
Volvió su fría mirada donde mi y dijo
_ Tú eres Sheila Fernand Dover, ¿verdad?
Suspirando y mirándome, como si yo fuera un platillo que le abriera el apetito, se acercó más y más
_ Cuántos años tienes?.
_ ¡veinticuatro!
_ ¡wau pareces más joven!
Lo sabía. Siempre me lo decían. Mis grandes ojos iluminando mi rostro con una inocencia pueril. El pelo rojo, que me había hecho un flequillo para parecer más mayor, me daba el aspecto de una chica adolescente. Y, lo que era aún peor, a Esteban parecía encantarle.
_ ¡Sería fabulosa si sonrieras! _ dijo él. _ ¡Tienes que sonreír! ¡Todo el mundo en mi yate tienen que sonreír y estar feliz!
Esteban, continuamente hablando, de su "yate", pero por mucho que se empeñara en fingir, no era suyo. Lo había alquilado qué sínico. Según me habían dicho, se trataba de una convención de negocios, pero resulta ser un crucero de placer. Al que algunos se llevaban a sus amantes, otros a nadie y ninguno a sus esposas.
Yo compartía camarote con Nicole, una mujer definitivamente conocedora de sus deberes en el yate.
_¡Aquí hay muchos peces gordos! ¡Suficiente para las dos! _ Me dijo Nicole.
Dada mi situación financiera, despreciar la oportunidad de sacar un buen beneficio de ellos. Era solo un abril y cerrar los ojos.
_¡Eres bella! _ dijo ella. _¡Todo llegarán a tus pies! ¡Es una completa estupidez si no aceptas!
_ ¡"…"!
_ ¡Mejor para mí! _ acabó concluyendo. ¡Así toco a más!
Las cosas no me fueron tan mal, hasta que llegamos a monte Carlo. Había tenido que esquivar a unos cuántos viajeros sobones, pero nada que no pudiera superar con unas sonrisas y una escusa para escapar.
Lo malo sucedió al atracar en el puerto. Esteban, estaba tan furioso cuando otro yate, de unos cien metros más de eslora que el suyo, se colocó junto a nuestro lado. Se trataba de un Gruñido de Dragón y hacía que el The Ferreira pareciera una cáscara de nuez en su comparación.
La cosa empeoró cuando descubrió quién era su dueño Un tal Fernando Campeste Drobesrt, un genio de la finanza que había logrado enriquecerse usando su inteligencia en lugar de sus puños. Era uno de esos personajes que estaban siempre en las páginas de economía. No podía decir que fuera el tipo de prensa que yo leía habitualmente, pero procedo de una familia profundamente interesada en el dinero, sobre en el de otros, así que sabía quién era.
Fernando Campeste Droberts podía permitirse comprar cualquier cosa, hacer lo que quisiera e ignorar lo que no le agradaba. Muy poca gente estaba a su nivel.
Aquella circunstancia alteró a Esteban y lo obligó a hacer un desorbitado despliegue de medios con la intención de impresionar a su adversario. Compro unos impresionantes gemelos de diamantes que hizo enviar, a modo de presente, con una nota de invitación para el rival millonario.
Fernando Campeste Droberts, respondió con una nota, en la que decía no aceptar regalos de desconocidos. El ácido sentido del humor que intuí en su contestación me agradó, pero pensé que el ánimo lúdico era solo producto de mi imaginación.
No me pareciera posible, que un ricachón de aquellos tuviera la inteligencia ni el ánimo para hacer alardes de ironía.
Esteban trató de contactar con su vecino a través del teléfono del barco para invitarlo a cenar. Pero fue informado de que el señor Fernando había desembarcado y no volvía hasta más tardes.
Aquella nueva negativa enfureció a mi jefe, y fui la primera en sufrir las consecuencias.
Fernando apareció, junto con Betty poco después, cuando los médicos ya la estaban atendiendo. Sheila percibió en su tenso rostro un destello de enfado. _… Una reacción extrema… Oyó que decía el médico que hablaba con él, «bastante rara» … No ha sabido decirnos que le ha picado … «Dado su estado, corre peligro de perder…» Un terrible miedo se apoderó de ella antes de que alguien le inyectara en el brazo. Unos minutos instantes más tarde, el dolor y el mundo desaparecía a su alrededor. Despertó en una habitación en penumbra, con Fernando y todo sostenían una cara de preocupación. Fernando a su lado sosteniéndole la mano. Se sentía agotado y como flotando, pero no tenía dolor. Fernando se inclinó hacia ella al ver que habría los ojos. _ ¿Sheila? Cansada y asustada, Sheila volvió a cerrar los ojos. _ Que… paso y mis bebes!. _ Fernando le estrecho cálidamente la mano. Su voz sonaba sorprendente, vacilante. Sheila estaba angustiada y, nerviosa?. _ Dime que paso, mis bebes están b
Las cosas iban, bien, par ambas familia. La armonía y la felicidad estaba de vuelta. Sheila, trabaja todos los días, y cada vez que llega a casa. a veces ni siquiera come, en la mesa, se acuesta y toma su siesta para el día siguiente. A veces está dispuesta a la necesidad de su marido. Algo que comenzó a perturbar la mente de Fernando. Su esposa se mantenía más tiempo en la empresa, viajando a Italia a pasar tiempo con su prima. Ir a ver a los abuelos. Cuya veces hasta meses con Betty sin pisar la puerta de casa. Su pansa estaba en gran altura. La preocupación de Fernando, se aceleró cuando una noche más, su hermosa esposa no le quiso brindar, su servicio como esposa que es. _ Sheila, ¿qué está pasando?, últimamente estás muy cansada y no tienes tiempo para mí. _ No, no pasa nada amor, es solo que los bebes me cansan mucho!. _ Pero te la pasas viajando y visitando a todos. Hasta duraste un mes entero con Betty, tuve que ir a buscarte para que volvieras a tu casa!. Te estás dejan
Después de la cena, espero a que procediera a su dormitorio, donde él se desnudó antes de entrar al baño. Cuando salió, Sheila se había cambiado y listo para la cama. Frente al espejo se cepillaba el pelo. Lo observo en silencio en este mientras Fernando cruzaba la habitación para tomar una muda de ropa del armario. Tenía un cuerpo magnífico. solo le bastaba mirarlo para sentir que la sangre le ardía en las venas. Fernando salió del armario y se puso un pantalón y al volverse su mirada se cruzó con la de Sheila en el espejo. Aún estaba serio, pero el brillo del deseo en su mirada era inconfundible, así como la repentina tensión de los músculos de su rostro Sheila apartó la mirada, cepillo una vez más su pelo y luego cerro los ojos. Fernando tomó el cepillo y lo dejo sobre el tocador. Ella alzó los ojos y vio su reflejo, su pecho desnudo, su rostro tenso... Fernando la hizo levantarse y volverse y de inmediato tomo sus labios en un beso ardiente, exigentes. El corazón de Sheila lati
_ De acuerdo _ Dejo la revista de un lado y vio la silueta de Fernando contra la ventana, delineada por las luces de la ciudad y de la luna. _ ¿estás cansada? - pregunto él sin meterse en la cama. _ Ha sido un día ajetreado. _ ¿Y tu? Fernando sonrió con suavidad. _ No demasiado como para hacerte el amor. Alzo la mano para acariciarle la mejilla. _ Pero tu pareces tensa. _ Un poco _ Admitió Sheila. _ Si quieres esperar... _ Fernando deslizo la mano un hombro de Sheila, desde jugueteo con el tiro del camisón. _ Solo tienes que decirlo. Cuando te haga el amor quiero que estés muy despierta y que disfrutes cada segundo. Tomo la mano de Sheila en la suya y se la llevo a los labios para besarla, pero no en el dorso, sino en la palma. Sheila se estremeció con una corriente de olida que recorrió su espalda haciendo que su estómago y pezones endurezcan. _ Estoy muy despierta. _ susurro ella. F
La lista de los invitados estaba muy repleta. Eran más de Diez hojas con nombres. Proteste un poco, pero no me hicieron caso, cada uno estaba escribiendo nombres, de sus amigos. y socios de negocios. Wendy, me tomo de mano y fui donde el pequeño Peewer, un nombre mezclado de padre y madre. mientras que Wendy prepara su comida. Peewer ya llevaba un tiempo tratando de caminar e insistió en intentar bajar la escaleras con mi ayuda. Fue un proceso laborioso, y apenas se hallaba a medio camino cuando Fernando se paró para ver el espectáculo. Peewer dio un grito de alegría al verlo y perdió el paso. Al tratar de sujetarlo, perdí el equilibrio y acabé cayendo sentada en un escalón con el niño a salvo en mis brazos Fernando subió las escaleras de tres en tres y se agachó para darme una mano. _¿Estás bien? _ Si _ dije mientras que peewer alargaba los brazos para que Fernando lo sostuviera en sus brazos. Fernando lo tomo en brazos y le dio una severa mirada. _ ¿Qué pretendes hacerle a tu
Fernando campeste Todo fue un éxito, yo y Zandro planeamos pedir matrimonio nuevamente, en la galería de arte. zandro es un pintor de áloe. Cuando me mostró la imagen de las dos chicas, la idea me vino en la mente. Ante mi compromiso se rompió debido a la mala pasada de Jade, ahora era momento de volver a poner todo de pie. Ante el abuelo, estaba preocupado por lo que podría sucederles a sus nietas. por esa razón poca persona conocía de esto. solo las personas de las casas. En este caso ni las propias chicas no tenían idea de lo que planeamos hacer. Cuando escuche el sí aceptamos en sus propias bocas. El corazón estuvo por salir por mi propia boca. La boda será una tan enorme, una que dará de que hablar en todo el mundo. La, seguridad será reforzada y estrictamente vigilada. Nadie saldrá herido y nadie podrá hacer algo que nos arrepentimos de nuestra idea. Desde entonces, mi anillo de boda fue planeada. El abuelo me envió a buscar la joya en la galería de arte en otros países. bus
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