Capítulo 2 un escape

_ ¡No estás cumpliendo con tus deberes Sheila! _ me dijo irritado.

_ ¿Qué? - respondí, claramente molesta _. ¡Hago el doble de trabajo porque Nicol nunca está en su puesto!

_¡Está ocupada con …otras tareas! _ dijo él_. ¡Es una chica muy solicitada! Pero le estás dejando toda la responsabilidad a ella.

_ ¡Yo soy camarera, señor Esteban!

Él se rio repulsivamente.

_ ¡Por supuesto, Sheila! Pero una camarera especial. ¡No es suficiente con que sirvas cenas y unas copas de vino! ¡Tienes que hacer felices a mis invitados!

_ ¡Les hago felices! ¡Les sonrió y les cuento chistes, y no protesto cuando se propasan un poco! - Su impaciencia se hizo patente. 

_ ¡Sé que lo estás intentando, pero no es suficiente! ¡Te dejé un bonito vestido en el camarote y quiero que te lo pongas!

En el mismo instante que vi el vestido supe que mi situación había empeorado notablemente. Jamás debería de habérmelo puesto. Erróneamente, asumí que, si había sido capaz de evitar problemas hasta entonces, no me sería tan difícil superar aquel trance.

Sin embargo, la indecencia mirada de Andru wills, quien ya me había causado ciertos problemas desde el principio. Me dije, que no ba a ser, tan fácil.

Me vi acorralada por él y por su amigo David. 

La conversación que se estableció fue del tipo “venga, nena, sabes que en realidad quieres”. “No te hace falta que des más detalles”.

Después de un acoso insoportable, logré dejar a uno dormido de un golpe, liberándome de ellos, de malos modos y salí huyendo de ellos.

Pero no había forma de esconderse en un confinado espacio. Mi única vía de escape era el agua. 

Tras abandonar todos los objetos que traje, salí corriendo, sin mirar atrás, sin pensármelo, me subí a la Barranquilla y me lancé a la oscura profundidad del mar. Menos mal que era una buena nadadora y que sabía contener la respiración.

Cuando finalmente salí a la superficie, me alejé a toda prisa del barco y me dirigía a la orilla. En el puerto, habría tenido graves problemas para subir de no haber sido por un gentil caballero que me echó una generosa mano.

Pero su ayuda se limitó a sacarme del agua. Estaba con una mujer que me miró y gritó. Pronto comprendí por qué, mi fino vestido plateado se había convertido, en una tela transparente.

_ ¡Vamos de aquí! — dijo ella enseguida.

_ Sí, claro, dijo el hombre confuso, dudoso y avergonzado mientras esperaba ver el espectáculo.

 Avergonzada pregunté

_ ¿Podrías decirme dónde está el consulado británico?

_ ¡Ni idea! - dijo el hombre _. ¡Pero vaya al casino! ¡Allí hay muchos ingleses!

La pareja desapareció. Miré por todas partes. No había más personas para pedir ayuda. Me gusta estar en la orilla del mar porque hay paz y tranquilidad, pero no en este momento. Sentía que el peligro me acechaba y, en cualquier momento, me atraparía en el lugar. Observé y se encontraba aún claro que no podía entrar en la vía pública, ya que me resultaría inconveniente y me encontraría en una situación más compleja que la que me encontraba.

Sin embargo, si no fuera que estaba sin trabajo y todos mis fondos se habían ido, no estaría en este lema. Me sentía tan avergonzada en este momento y si el abuelo se enteraba de algo como ese, me cortaría en trizas. Aunque seamos pobres, pero nunca permitiría enfrentar tanta humillación, las lágrimas se acercaron a mis ojos, pero tenía que tomar todas las medidas necesarias para abandonar este lugar. El hombre me comentó que en el casino, había muchos ingleses, y probablemente, hallaré a una persona con un corazón amable, que me condujera hasta el cónsul británico. Deje todos mis pertenencias en el yate, y no podía regresar allí, estoy sin nada. 

 Si consigo llegar al cónsul y demandar a este yate, podré ir a casa, le exigirán que me devolviera mis pertenencias. Nunca más aceptaré un trabajo por el dinero que ofrecen, nada en este mundo que luce bien, termina bien. Ahora, mirame, tengo un vestido tan pegado en mi cuerpo y tan claro que se me ve, lo interminable de mi vida. Caminé en las orillas, y, al alejarme de cada constante presencia de hombres que me encontraba, sin duda se aprovecharían de mí. 

Me acurruqué en un lugar, hasta que se pusiera un poco más oscuro, y decidí que era el momento de salir de esta situación. No podía más, estaba aún empapada con agua. Evitaba a cada grupo que podía percibir.

Camine hasta el centro de la ciudad, no sin dificultad. Había perdido los zapatos y tenía que permanecer en las sombras. Si me topara con algún oficial, me investigarían y debía evitar que me detuvieran por revuelo público. Conseguí llegar al casino y me adentré en el jardín sin llamar la atención. Era un lugar lleno de guardias y no podía hacer nada hasta esperar a alguien y preguntarle si era inglés.

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