La reaparición de Asdrúbal con su repentina sumisión a Dante había inyectado una nueva capa de ansiedad en Daniela.
Ella no estaba segura de si la farsa de Asdrúbal era solo para salir del aprieto o el inicio de un complot más oscuro.
Asdrúbal citó a Daniela en un restaurante discreto de Midtown la noche siguiente, excusándose con Dante bajo la premisa de "una cena de negocios con un posible inversionista".
Cuando Daniela llegó, Asdrúbal ya la esperaba en una mesa de esquina. Vestía un traje de negocios por primera vez, pero se veía incómodo.
—Gracias por venir, Daniela. Sé que tu tiempo es dinero —dijo Asdrúbal, su tono era más serio de lo habitual.
—No te hagas el importante, Asdrúbal. Habla. ¿Qué quieres? Tu regreso a casa fue un teatro digno de Broadway. ¿Quién te ayudó? ¿Y por qué esa fascinación repentina por Dante?
Asdrúbal miró a su alrededor, asegurándose de que nadie escuchara.
—No fue un vándalo el que me secuestró. Fue el jefe de seguridad de una de las empresas que mi ab