KYRION
KYRION
Su seriedad me dice que no está de broma.
—¿Qué rayos te fumaste? —le reclamo, contrariado.
—Nada, solo que lo estuve pensando. Una promesa es una promesa. Le hice una a tu padre.
Me echo a reír.
—Regresará conmigo cuanto antes. No hay que molestarse en tonterías.
—No tienes que fingir conmigo. Es muy fácil lo que hay que hacer. Consulté y conseguí una lista de cosas que podrías hacer.
—¿De qué rayos hablas? —miro el trozo de papel que me extiende como si estuviera revelando un secreto de Estado.
—Sigue esos pasos y tendrás a tu mujer de vuelta. Y no me refiero a tus trucos, o por compromiso, como es el caso. Según estos métodos, vas a volver a tener su atención, su amor.
Bajo la mirada al trozo de papel. Río con sarcasmo.
—Es una tontería, no tengo tiempo para esto —le devuelvo el papel.
—Quédatelo y úsalo cuando te veas sin opciones.
—No pasará. Gema es mi mujer y, desde esta noche, ocupará su lugar. Gracias por… los consejos —me río por lo tonto que me ha resultado—.