PUNTO DE VISTA DE OLIVIA
—Bien —dijo con voz profunda y segura, teñida de algo que me puso la piel de gallina. Casi podía oír la sonrisa burlona que se dibujaba en sus labios.
Clavé las uñas en la palma de la mano, dejando que el escozor me anclara a la tierra. Su voz resonó en mis oídos, tranquila pero perspicaz, como si ya supiera cómo iba a terminar todo.
—Enviaré a mi chofer a recogerte —dijo simplemente, y colgó.
Me quedé mirando el teléfono en silencio, paralizada. Un suspiro lento se me escapó, una mezcla de alivio y pavor. Si hubiera tenido otra salida, la habría tomado sin pensarlo dos veces. Pero la vida ya no me daba opciones. Solo consecuencias.
Sentí una opresión en el pecho al exhalar de nuevo, una bocanada larga y pesada. El aire a mi alrededor se sentía denso, oprimiéndome los hombros. Mi vida era un desastre: una comedia de situación retorcida donde el remate siempre era mi miseria.
¿Cómo podía el hombre con quien había pasado una noche desenfrenada convertirse de rep