—¡Cristal! — se burló Alex desde detrás de mí. Me moví alrededor del sofá y lo miré fijamente.
—¿Por qué quieres tanto mis propiedades?
—Para poder expandir mi imperio.
—Tu imperio. Ni siquiera es un intercambio justo porque no saco nada de él.
—Te iba a dar la mitad.
—Sí, claro. — Puse los ojos en blanco.
—Averigüémoslo, ¿sí?
Antes de que pudiera correr hacia mí, salí yo primero. Al oír a Alex maldecir detrás de mí no pude evitar reírme. Volví corriendo por el comedor y rodeé la mesa de nuestros amigos, Alex pisándome los talones y yo aun riéndome.
Me puse tan gallito que ni siquie