Gabriela raramente tomaba la iniciativa.
Sin embargo, apenas él terminó de hablar, Gabriela tomó la iniciativa, rodeando su cuello con sus brazos y acercando sus labios.
Sus labios eran suaves y dulces.
Rodrigo estaba ligeramente sorprendido.
Rápidamente, se recuperó y respondió con pasión.
Sosteniéndola, la colocó sobre la mesa.
El beso fue intenso.
La correa del hombro de Gabriela se deslizó.
El hombro expuesto era blanco y delicado.
La respiración de Rodrigo se volvió progresivamente más pesada.
De repente, se detuvo.
La miró con una expresión confusa: —Tú...
Gabriela lo miró y, finalmente, no pudo evitar reír: —Tengo mi período.
Rodrigo se quedó sin palabras.
Antes él estaba muy sorprendido.
Porque ella siempre había sido tímida.
Y muy pasiva en ese aspecto.
Pero ahora se volvió tan proactiva.
Contuvo su respiración, su voz aún era ronca: —¿Te divierte jugar conmigo?
Gabriela asintió vigorosamente: —Sí, es divertido.
Rodrigo, entre frustrado e impotente, arregló su ropa: —Más te va