Capítulo 1004
Vio a Alfredo andando sigilosamente de vuelta a su habitación.

Gabriela lo llamó: —¿Adónde fuiste?

Alfredo se enderezó y se giró, sonriendo: —Nada.

Gabriela le preguntó: —¿Nadie te dijo que te llamé?

Un destello de incomodidad cruzó la cara de Alfredo.

Parecía avergonzado.

—¿Me llamaste? —preguntó.

Gabriela le aseguró firmemente: —Sí, te llamé. Una mujer contestó. Dijo que estabas bañándote y le pedí que te dijera que me llamaras después. ¿No te lo dijo?

Alfredo sonrió: —No, no me dijo.

Gabriela preguntó: —¿En serio?

Alfredo se acercó y se sentó en el sofá: —¿Qué de serio o no serio?

—La mujer que contestó el teléfono —dijo Gabriela.

Alfredo parecía despreocupado: —Una mujer, nada serio. Solo por necesidades físicas, nada más.

Gabriela se quedó sin palabras.,

Frunció el ceño: —¿Estás abandonándote a ti mismo?

Alfredo habló en serio: —No, no soy un santo, vivo en el mundo real. ¿Es tan difícil de aceptar que busque a una mujer para pasar la noche?

Gabriela ciertamente no podía aceptarlo
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