No sé qué ha hecho y por qué, solo creo que me ha salvado la vida.
¿Dije «creo»? ¡Él me ha salvado la vida! Estoy tan agradecida, tan sensible que micuerpo reaccionó echándome a sus brazos y besándolo con devoción, con una necesidadcegada por la gratitud, por la felicidad que me posee, por un calvario que evitó que yoviviera a manos de un hombre que él conoce. Y que es… ¿su padre? ¿Oí bien? Dios mío.Aún me estremezco por los espasmos del llanto, pero poco a poco me calmo. Puedorespirar luego de estar varias horas sumergida en el mar, donde me ahogaba por una mujerque me lanzó para salvarse a ella misma.Separo mis labios de los de Matt con lentitud. Él está inmóvil, ya que lo he tomado porsorpresa. En silencio, vuelvo a sentarme correctamente en mi asiento, lo miro rota y lesuplico por dentro que diga algo.—Lo siento —me disculpo en un pitido de voz que se pierde en el interior del coche—.Es que usted… me ha salvado la vida, señor Voelkl