Dianco apretó los puños a los costados, tragándose las ganas de borrarle esa expresión arrogante en la cara de Marcus de un puñetazo.
—Haré lo que sea necesario para proteger a mi familia y mis intereses —replicó con frialdad— Sé que Maya ha cometido errores, pero también sé que eres el único que puede mantenerla a salvo. Cásate con ella, Marcus, cumple tu palabra y sella nuestra alianza de una vez por todas.
Una sonrisa torcida curvó los labios de Marcus.
—¿Y si me niego? ¿Y si decido que no quiero atarme a una mujer que me ha traicionado de la peor manera?
—Entonces atente a las consecuencias —lo cortó Dianco bruscamente— Porque te juro que moveré cielo y tierra para destruirte, Marcus. Te haré pagar por cada lágrima, por cada herida que le has infligido a Maya, y no descansaré hasta verte hundido en la miseria, suplicando clemencia a mis pies.
Se sostuvieron la mirada en un duelo silencioso durante largos segundos, midiéndose, evaluándose mutuamente. Finalmente, Marcus dejó escapar