Alade*
La arrastraron hacia dentro del barco como a un animal herido, tirada del cabello por uno de los vampiros. Los pasos resonaban por la cubierta, cada tabla crujiendo como si llorara por la agonía acumulada allí. Heleana y Astar venían justo detrás, empujados por otros monstruos, sus expresiones distorsionadas por la humillación.
Alade sentía el corazón latiendo tan rápido que apenas podía respirar. La imagen de Miradiel siendo decapitado todavía ardía en su mente. Ese momento jamás se apagaria. Y por más que su cuerpo quisiera gritar, llorar, vomitar, ella solo seguía. Sorda. Entumecida.
Fueron empujados hacia las profundidades del barco, arrojados como presas en un matadero. Jaulas de hierro los esperaban. Carcajadas de vampiros y gruñidos de lupinos resonaban arriba. Alade cayó al suelo duro, temblando.
"Aquel hijo de puta nos traicionó" escupió Astar, la voz cargada de veneno.
"Él traicionó… ¡Maldito, bastardo inmundo!" gritó, golpeando los barrotes. "¡Voy a acabar con todos