Capítulo 8 —Unos dólares
Narrador:
El sonido agudo de la alarma marcó el final de la clase. Los estudiantes comenzaron a recoger sus cosas con la ansiedad habitual del mediodía, sillas que se arrastraban, mochilas que se cerraban, susurros de planes y mensajes de voz sin enviar. Nerón no se movió. Siguió allí, de pie, con las manos apoyadas sobre el escritorio, la mirada fija en la sala, pero sin mirar a nadie en particular. Hasta que su voz rompió el bullicio con la claridad y firmeza de una orden disfrazada de invitación.
—¿Alguien tiene una pregunta?
El aula quedó en silencio. Él no buscaba cualquier pregunta, él buscaba esa, esa voz, esos ojos, a ella. Esperó... pero Cleo no se levantó. No hizo ni el más mínimo ademán de moverse hacia él. Cerró su cuaderno con lentitud, lo guardó en la mochila, se levantó con elegancia y se sumó a la fila de salida como si nada la afectara. Como si no supiera que lo estaba dejando con la pregunta colgando en la lengua. Los estudiantes fueron salien