Capítulo 115 —Destino marcado
Narrador:
Se habían vuelto a dormir, es que entre todo lo sucedido tanto emocional como físicamente, estaban exhaustos. Cleo despertó primero. Nerón seguía dormido, respirando profundamente, con el ceño relajado de un hombre en paz. Lo miró un instante con ternura antes de deslizarse despacio fuera de la cama. Se vistió con lo primero que encontró y bajó a la cocina, decidida a preparar un desayuno que compensara, aunque fuera un poco, la intensidad de la noche anterior. El olor del café recién hecho empezó a llenar la estancia. Batía unos huevos en silencio, sonriendo al recordar la promesa de él de hacer de esa habitación su hogar, cuando una voz a su espalda la hizo dar un salto.
—Buenos días, tía Cleo.
Cleo casi deja caer el bol en el fregadero. Se giró con los ojos abiertos de par en par, roja hasta las orejas.
—¡Lía! No me llames así.
Su amiga se apoyó en el marco de la puerta con una sonrisa socarrona, disfrutando cada segundo de la incomodidad.