Capítulo 22 —¿Aprender? ¿Jugar? ¿Obedecer?
Narrador:
—Quiero que te excuses —susurró Nerón al oído, con esa voz grave que parecía hecha para el pecado —Di que estás cansada, que vas a dormir… lo que sea. Y sube a mi despacho.
Cloe abrió los ojos de golpe. Su espalda seguía rígida, y aunque el contacto había sido mínimo, cada célula de su cuerpo seguía en alerta. No se giró, pero sus labios se movieron, apenas un murmullo.
—¿Y si Lía se acuesta y no me encuentra…?
—Lía no se acostará —la interrumpió, sereno, casi con desgano —Cuando yo estoy, hace hasta lo imposible por molestarme. Y sabe que quedarse despierta con sus amigos hasta las tantas… me irrita. Así que descuida. No te buscará.
Hubo un segundo de silencio en el que Cloe creyó que él iba a decir algo más. Pero no. Nerón se apartó con la misma suavidad con la que había llegado. Sin un ruido, sin una palabra de más. Como si fuera un fantasma… Ella se quedó ahí, con el vaso en el fregadero, los dedos crispados, la espalda aún eriz