Axel Vega Lazcano
León, Guanajuato, México
Amé tanto esos momentos en los que podía tener a mi hermosa mujer, así como la acababa de tener, totalmente entregada y dispuesta para mí. Mi hermosa Amaia se quedó dormida, acomodada en mi pecho y el sueño me ganó a mí también. Menos mal que había puesto la alarma y así pude despertarme y después despertar a mi hermosa Amaia con besos.
–Cariño, mi reina despierta. Por favor – Le susurré al oído – Preciosa, tenemos que cenar algo.
Tiene que despertar, siempre se me hace muy difícil despertarla, es un esfuerzo demasiado pesado para ella, a ella no la despierta ni siquiera un terremoto, tiene que pasar mucho tiempo para que pueda empezar a reaccionar. Se ve muy tierna, así dormidita, pero tenemos que cenar.
–Axel, mi amor – Respondió más dormida que despierta – Tengo mucho sueño, vamos a dormir otro ratito.
No podía dejar que durmiera tanto sin haber comido, ya después de cenar nos volveríamos dormir, así que ya nos teníamos que levantar, tenía