Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
–Amaia, tienes que calmarte o todos aquí van a sospechar de la relación de Axel y tuya – Me dijo en voz baja – Por favor, pasemos a la oficina de Mauricio.
–A mí nada me importa, quiero saber dónde está Axel – Me volví loca de los nervios – Quiero saber, lo que está pasando.
–Hija – Mi papá me abrazó, eso no estaba nada bien – Pasemos a mi oficina por favor y ahí les informaré lo que está pasando.
–Está bien papá.
La güera y yo entramos a la oficina de mi papá, seguidas por él y por Bin Laden, había pasado un rato desde la llamada de mi hermana y justamente cuando mi papá ya nos iba a decir algo, tocaron la puerta de su oficina y era mi hermana Ale, quién apenas entró ahí, me abrazó y lloramos juntas, las dos por el mismo motivo, por la preocupación de lo de Axel, ella lo amaba, así como lo amaba yo.
–Papá – Dijo Ale llorando al separarnos del abrazo – Tienes que hacer algo, esos delincuentes, van a matar a Axel y a Ernesto.
Yo no quería