Después de una semana de convivencia, se podría decir que Camila la adoraba. Aunque eso no tiene mérito alguno. Camelia ama a todo el mundo. El verdadero reto aquí era Alice. Pero sorprendentemente le caía bastante bien.
-¿Segura de que no tienes magia?
-¿Que? -la chica detuvo su andar
-Si, porque pareciera que has hechizado a mis hermanas. A una en especial.
-¿Hablas de Alice?
-Parece estimarte mucho -dijo mirando al postre que cargaba la joven en su mano- no suele compartirlos con nadie.
-Me dijo que era un regalo. Solo me vio y me lo ofreció
-Son como sus guarniciones especiales, cosas secretas escondidas, no se las da a nadie
-¿Estamos halando de lo mismo? Solo es comida
-¡Exacto!- señala -comida que adora.
-Creo que estas exagerando
-Y tu claramente no conoces al fondo a Alice
Ambos ríen y retoman la marcha. Luego de aquel día en la noche en que la recogieron medio moribunda y perdiendo el conocimiento basto unas cuentas comidas y horas de sueño para que recuperara el sentido y l