LAVINIARugí de nuevo, con los recuerdos mezclados en mi cabeza, una nube oscura tapa el rostro de ese hombre que empujaba su virilidad en mi boca, ¡pero yo sé lo que vi después!—¡No estoy loca!Pero ¿Laziel?… no me lo imagino como ese macho ardiente y apasionado que me comió el coño la primera vez y luego casi me monta dentro de ese armario.—Laziel es frío… él… él nunca me vería de esa manera… como una mujer… es más tieso que un palo… — miro al espejo mientras intento autoconvencerme a mí misma.Sin embargo, todavía recorre mis venas, esa magia poderosa que está nutriendo mi propia energía agotada.Me costó mucho trabajo controlarla. Aun el pecho me duele, sentí por un segundo que me explotaría el corazón.Es voraz, hambrienta, opresiva y lucha con mi propia magia por controlarme.Cada hechicero tiene su sello, su propia esencia, y aunque Laziel y yo nunca practicamos mucho juntos, recuerdo la intensidad de su poder.Me quedo mirando como una tonta mi reflejo.Todas las evidencias
NARRADORAEl sacerdote a cargo miró a esa mujer molesta que no paraba de berrear y querer llamar la atención de su majestad.—¿Por qué habría de equivocarme? —se giró para mirarla con desafío—. Si el mismo Rey envió el obsequio para la Srta. Rosemarie, ¿por qué tendría que entregártelo a ti?Vera apretó los dientes ante el desafío del sacerdote.Ya no le temía tanto a ese vejete que obviamente le traía manía. Ella sabía que el Rey la deseaba.Parece que el sacerdote favorecía a la tal Rosemarie de alguna manera; quizás fue hasta quien se acostó con esa resbalosa.Definitivamente, ella ya conocía el aroma real de su majestad y esa zorra tenía el mismo olor encima que el primer día. Obviamente, nunca estuvo con el Rey.—Ya le demostraré por qué debe dármelo a mí.Con la confianza que le daba haberle dado varios orgasmos al monarca dentro de su coño, caminó con la cabeza en alto hasta los bajos del estrado.—¡Su hermosa majestad, pido justicia para su servidora que está siendo calumnia
NARRADORAEntonces Lavinia recordó el momento en que la mano del Rey tomó la copa que le había servido esa misma doncella durante la cena.¿La salvó entonces de la trampa de la beta?¿Por eso castigó a esta mujer que deseaba perjudicarla? Es obvio que existía una mano manipuladora detrás de todas las confusiones.De un momento a otro, un gruñido distorsionado se escuchó tras el velo del Rey, poniendo un punto en la boca de los presentes.Las risas, burlas y gritos cesaron de golpe.Uno de los sacerdotes fue corriendo hacia el borde de la cortina, estirando las manos en una pequeña abertura, para recibir un edicto real.Se giró en la misma plataforma para leerlo.—¡Por decreto del Rey Lobo, debido a su comportamiento indecente y tramposo, se le entrega a la hembra Vera Lous, al sacerdote encargado, Visconzuelo! ¡La sirvienta queda expulsada de la manada y el mozo recibirá una recompensa de la manada de Vera Lous por daños y prejuicios!Enrico estaba que no se lo creía.Solo había dicho
LAVINIAMe encontraba confundida, furiosa y asombrada. Pensando en todo lo que habíamos hecho, ¡¿qué le había enseñado el durazno a Laziel desde el primer día?! ¡Maldit4 sea! Me le abalancé sacando los colmillos. No había luchado nunca como una loba, pero sí los había visto enfrentarse muchas veces. Las patas se enredaron un poco y me fui de morro, pero fui empujada de vuelta por una suave cabeza mullida. Mis ojos los miraron con desafío, a los suyos resplandecientes, que parecían hasta burlones. Saqué los colmillos y fui a mordisquearlo en una oreja, pero Laziel se movió con agilidad y gracia. ¡Hasta para hacer de lobo era superior! Lo perseguí por la arena y, a punto de morder su cola, se reviró saltándome encima. Mi mundo giró y me vi rodando por el suelo. A nuestro alrededor se movía una capa oscura de bruma que no dejaba ver a los espectadores. El peso de un cuerpo más robusto me arrinconó, sometiéndome bajo él. Subí las fauces desenfundando los caninos. ¿Cómo se at
LAVINIA—… no hay esperanza, es claro quién encandiló al Rey…—… maldit4 sea, qué le vio a esa mujer tan simple…—… desde el primer día el Rey solo ha tenido relaciones íntimas con Rosemarie, he hablado con las demás, nadie fue llamada a la alcoba de su majestad…Así que Laziel no se ha acostado con ninguna de estas otras lobas.¿Por qué está usurpando el lugar del Rey Lobo?Con su magia tan poderosa, no me extrañaba que hubiese asesinado al verdadero monarca para controlar el poder de este continente.Mientras caminaba hacia mi cuarto, pensé en cómo hablarle a solas y pedirle respuestas… A TODO.Sin embargo, al llegar a mi habitación me encontré un hermoso vestido oscuro sobre la cama.Era mucho más tosco y atrasado que los vestidos delicados de nuestro reino, pero para este lugar, ya era lo mejor que se podía encontrar.Entre la tela había una nota que tomé en mis manos abriéndola.Los trazos firmes y elegantes. Estaba segura de que había sido escrita por él.«En este mundo diferent
LAVINIAA medida que nos íbamos acercando, me sudaban cada vez más las manos.Mis ojos bajaron a esos sexis labios que se veían por fuera de la máscara.Su piel blanca, esa mezcla de belleza etérea y bestia peligrosa.—Su… su majestad —lo saludé cuando estuvimos frente a frente, haciendo un saludo con la cabeza e intentando controlar los latidos de mi corazón.—Srta. Rosemarie —me estremecí al escuchar su voz profunda y magnética.Si me quedaba un mínimo de duda de que era Laziel, lo acababa de comprobar.Subí la mirada a esas pupilas doradas que me observaban, llenas de oscuras promesas.Mi mano fue sostenida por la fría de Laziel.La otra rodeó mi cintura de manera posesiva y me pegó a su cuerpo más alto.Mis senos contra su duro pecho. Bajó la cabeza para quedarnos a apenas centímetros de distancia.—No te pongas nerviosa, Lavinia, no te voy a morder… aún —susurró en voz baja contra mis labios, con la silueta de una sonrisa maliciosa en la esquina de la boca.Tragué en seco, con la
LAVINIAMis ojos asombrados, las manos aún estiradas, mis cabellos moviéndose con el viento que pasaba a toda prisa, silbando en mis oídos.Él me miraba desde arriba y se iba perdiendo de mi vista nublada.—¡Laziel, maldit4 sea! ¡Deja de jugar y baja tu trasero ahora mismo! —el susto fue sustituido por el enojo, el miedo a caer mezclado con la ira.Una risa juguetona se escuchó en el vacío. Fuertes brazos me atraparon y sentí el aleteo de alas.Fui sostenida contra su duro pecho vibrante, estaba de buen humor, mientras yo lo seguía maldiciendo.—¡Soy mayor que tú! ¡Deja de…! —sus labios se estrellaron con los míos.Su beso profundo, su lengua enredando a la mía, sus gemidos roncos, sus manos ardientes arrancando las telas de mi vestido hasta desnudarme.Caí en la más profunda oscuridad y el primer Nocturne me llevó hasta su mundo lleno de pecado y lascivia.Estábamos parados sobre la cima de una torre negra de acero, opresiva, con columnas afiladas como garras inclinadas hacia nosotro
LAVINIA Tomé los eslabones de hierro que colgaban de algún sitio, con los puños resbalosos del sudor, empinando el trasero y el coño palpitando emocionado. Jadeé, al sentir la punta de su polla pasarse arriba y abajo, abrí más las piernas, Diosa, lo deseaba como nunca había deseado a nadie. —¡Aaahhh qué grueso…! Sshhh… aahh… ¡qué rico bebé! Mi gemido se perdió en la tormenta que azotaba a nuestro alrededor cuando esa verga enorme y caliente me penetró, abriéndome a un límite que me tenía sudando. Mi vagina contrayéndose y mojándose, tragándolo golosa, pidiendo más abuso. — Laziel… —Lavinia… mi Lavinia… Mi cabello fue agarrado en un puño, dominada por garras en mi cadera, sus gruñidos en mi cuello y su falo entrando ardiente hasta las profundidades, una y otra vez… Gemía y suplicaba por más, mi cuerpo se movía vigoroso adelante y atrás, las cadenas se balanceaban sobre mi cabeza, mi coño gozando con la ardiente cogida. Laziel me montó como un animal en celo… Diosa, veí