65. EL OBSEQUIO DEL REY
LAVINIA
Rugí de nuevo, con los recuerdos mezclados en mi cabeza, una nube oscura tapa el rostro de ese hombre que empujaba su virilidad en mi boca, ¡pero yo sé lo que vi después!
—¡No estoy loca!
Pero ¿Laziel?… no me lo imagino como ese macho ardiente y apasionado que me comió el coño la primera vez y luego casi me monta dentro de ese armario.
—Laziel es frío… él… él nunca me vería de esa manera… como una mujer… es más tieso que un palo… — miro al espejo mientras intento autoconvencerme a mí misma.
Sin embargo, todavía recorre mis venas, esa magia poderosa que está nutriendo mi propia energía agotada.
Me costó mucho trabajo controlarla. Aun el pecho me duele, sentí por un segundo que me explotaría el corazón.
Es voraz, hambrienta, opresiva y lucha con mi propia magia por controlarme.
Cada hechicero tiene su sello, su propia esencia, y aunque Laziel y yo nunca practicamos mucho juntos, recuerdo la intensidad de su poder.
Me quedo mirando como una tonta mi reflejo.
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