33. LA LOBA DE NANA
NARRADORA
—¡Aaaww! —Los gemidos dolorosos se fundían con los siseos de la noche.
Jadeando sobre la hierba, los huesos de Nana crujían, su cuerpo se transformaba, las uñas creciendo hasta convertirse en afiladas garras, y el pelaje marrón brotaba de cada poro.
Su mente era una amalgama de pensamientos confusos, de dolor y mareos a punto de la inconsciencia.
No supo cuánto tiempo duró, solo que cuando abrió de nuevo los ojos, veía el mundo de una manera diferente.
“Nana, soy tu loba… Me llamo Reina”, una voz algo tímida le habló y Nana se quedó perdida al inicio.
“¿Mi loba? ¿Eres una Omega?” La pregunta salió más decepcionada de lo que pretendía.
Siempre supo que era débil, su madre la mimó demasiado, pero soñaba con que su loba fuese un poco más poderosa.
“¿No… No me aceptas? Puedo cuidarte bien” la hermosa lobita de pelaje marrón se levantó con torpeza.
Su orgullo herido, porque sentía muy bien la decepción de su parte humana.
“Claro que te acepto, estoy muy feliz de que nos hayamos