231. DESAFÍO
SILAS
Mi ojo picaba y dolía, no lo detuve, la magia volvió a brotar de mi cuerpo y una bruma oscura a llenar la noche.
—¡Rápido, cierren las puertas, es orden de la jefa, ciérrenla ya!
—¡Maldición, qué es esta niebla, no veo nada! ¡Alfred, Alfred…!
—No te muevas o caerás al foso, espera no veo nada.
—¡Aahahhh!
En medio de las exclamaciones y de los engranajes del cierre girando, se escuchó el relincho de un caballo.
Saltó justo a punto de cerrarse las dos enormes puertas de madera.
¡BAM!
El ruido sordo se escuchó a nuestra espalda al quedar clausurado el feudo De la Croix.
Me aferré jadeando y sudando, con todos los músculos en tensión y acostado por completo sobre el lomo del hermoso caballo azabache, avanzando veloces hacia la oscuridad y la protección del bosque.
Seguía usando esta magia para ocultarme de las brujas, a pesar del daño que le estaba haciendo a mi cuerpo.
Mis venas, a punto de explotar, las sentía hinchándose y ennegreciéndose como las redes de una araña.
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