219. CEDIENDO A TU EMBRUJO
ROUSSE
Sentía el temblor en sus manos sobre mis rodillas.
Mis propios deseos me incitaban a devorarla.
¿Qué estaba haciendo, maldit4 sea?
Quizás no debería…
Pero antes de alejarme, Meridiana dio el paso final.
Esos regordetes labios entreabiertos se pegaron a los míos.
Con torpeza, rígida, pero no era el intercambio de magia de siempre.
Resultaba imposible malinterpretarlo. Estaba besándome.
Me quedé con los ojos abiertos, asombrado, indeciso…
Hasta que un gemido bajo vibró en su garganta y mandó al carajo todas mis dudas.
Respondí a ella, al aroma embriagante que estaba desprendiendo su piel.
Sus senos se pegaron a mi duro pecho, sus manos acariciaron mis hombros.
La tomé de la cintura, cargándola sobre mis muslos y abrazándola contra mí.
Parte de mis complejos me gritaban que la alejara, pero las reacciones de Meridiana no parecían las de una hembra asqueada.
Su magia oscura y fría entraba por mi boca, se colaba por cada célula y recorría mis venas estériles.
Sin embar