208. EL HOMBRE MÁS IMPORTANTE
VICTORIA
De repente su Beta irrumpió en la pequeña habitación que ya estaba abarrotada.
Cuando me vio frunció el ceño y enseguida captó la situación peligrosa.
—Mi Señor, ya está el listo el cargamento. Podemos regresar a la fortaleza.
Le habló en voz baja, como si tratara con una fiera peligrosa.
El general se paró a mi lado dándome una de sus miradas reprobatorias.
El Lord se quedó de pie, parecía dudar.
Alternaba su mirada penetrante entre el Rousse y yo, supongo que pensando si terminaba por destrozarnos o nos llevaba prisioneros.
—Vámonos.
Casi suelto un suspiro al escucharlo ladrar esa orden.
Se marchó como un vendaval por donde mismo vino.
Esa mujercita lo siguió pegada a él como un chicle.
Doble moral.
Si me dejó libre, ¿para qué me quería ahora de vuelta?
La habitación se quedó casi vacía.
—Empaque las cosas que compramos, nos las llevamos —Rousse le habló a la pobre doncella que temblaba en una esquina.
No la culpo, el aura opresiva que se desplegó aquí hizo gimotear a su