133. UN PACTO CON MI BESTIA
NYX
El chillido de la pequeña Drakmor se perdió en el claro, sumergido por los rugidos de esas dos gigantes.
Su madre cayó, derribando algunos árboles, levantando una capa de polvo y tierra, intentando quitarse de encima a su atacante: otra hembra feroz y sanguinaria.
Sus ojos rojos fulguraban llenos de odio.
—¡No intervengas! —sin pensarlo, le ordené a la bebé, que se quedó lloriqueando, pero dentro de la protección del bosque.
Me abalancé a la lucha, temía lo peor, las fauces iban directo al cuello de la Drakmor sobre el suelo.
Sus pupilas de repente me miraron en la distancia, llenas de desesperación.
—¡NO! —grité con mi magia estallando en un fiero látigo chisporroteando poder.
Ondeó en el aire y se cerró alrededor del cuello de esa bestia; ni aun así detuvo su ataque para defenderse.
Creí que habíamos llegado muy tarde, pero en un segundo apareció una capa de hielo grueso alrededor del cuello de mi Drakmor y los dientes de la otra se hundieron en esa protección helada.
Su rugido