Las risas burlonas de hacía un momento murieron, reemplazadas por un silencio asfixiante mientras la cara de Brown pasaba de la confusión al miedo puro. Sus ojos se clavaron en Jaden y la incertidumbre le hizo temblar la voz.
—Espera… ¿tú eres… Jaden Rift? —Brown apenas pudo pronunciar las palabras, casi sin aliento.
Aunque nunca se habían visto, Brown conocía las historias; el mismo nombre que se susurraba con terror por todo Ravenmoor.
El hombre que le rompió las piernas a su hermano Derek como si fueran ramas secas… el que redujo a cenizas a la poderosa familia Gravesend en un solo día. Y ahora, ese hombre estaba parado a centímetros de él, tranquilo… tranquilo… sonriendo.
A Brown le fallaron las piernas y el pánico se le notó. Pero una mano firme le apretó el hombro.
—Tranquilo —dijo La Sombra, en voz baja pero autoritaria—. No tienes nada que temer. No te va a poner un dedo encima… no mientras yo esté aquí.
Brown soltó el aire a regañadientes y forzó una sonrisa nerviosa.
—Gracia