Perla
Llena de vergüenza, con rapidez quita la mirada y me encargo de recoger la bola de billar que he hecho caer sin querer. Al levantarme dejo la bola sobre la mesa y decido mirar al hombre frente a mí.
—Disculpe de nuevo. —respondo con voz suave y volviendo a mirarlo a sus ojos azules—. No quise interrumpir su llamada, señor.
La verdad, sí. Pero no de esa forma.
—No se preocupe, señorita —guarda el teléfono en el bolsillo de su pantalón y con los ojos sobre mí, se empieza a acercar a mi lugar—. ¿Cómo te llamas? —se detiene delante de mí y guarda las manos en los bolsillos de su patrón fino.
Su piel es blanca y es más alto que yo. La verdad también puedo agregar que es muy guapo. Aparenta unos veintiocho años de edad. Su mandíbula se marca, tiene la nariz derecha y una impecable barba escasa, pero que le luce muy bien. Por su manera de vestir se nota que es un hombre adinerado.
—Soy Perla Lee, señor —extiendo mi mano y le regalo una sonrisa—. Mucho gusto.
Mira mi mano y