La noche estaba envuelta en un silencio inquietante mientras Raiden invitaba a Laila a pasar a su despacho. El fuego en la chimenea lanzaba sombras danzantes sobre las paredes, reflejando el conflicto interno de ambos. Laila había pedido hablar con su padre, pero ahora que estaba frente a él, parecía dudar de sus palabras. Raiden, por su parte, estaba decidido a abordar las dudas que tanto lo atormentaban.
Raiden tomó asiento en su silla de madera tallada, mientras Laila permanecía de pie, con las manos entrelazadas frente a ella. Su mirada vacilaba entre el suelo y el rostro de su padre adoptivo. Dentro de él, Fenrir rugió con impaciencia.
Fenrir:
“Habla ya. Esta incertidumbre nos debilita.”
Raiden (pensando):
“No la presionaré. Necesito escuchar lo que tiene que decir.”
Raiden:
“Laila, dime qué está pasando. Estoy aquí para ayudarte, pero necesito la verdad.”
Laila levantó la vista, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y determinación.
Laila:
“Papá, siento que todos me están m