Capítulo veintinueve. Sombras en el silencio
El beso aún ardía en los labios de Lyra. Aunque ya se había acostado de nuevo junto a Liam, cada parte de su cuerpo parecía consciente de Kael, sentado a solo unos pasos, tan quieto como una estatua. El Rey Alfa no dormía. Vigilaba.
Ella tampoco.
—No fue un error —susurró en la penumbra.
Kael alzó ligeramente la cabeza, pero no respondió.
—El beso —aclaró ella, sin moverse—. No fue un error.
—No lo creí que lo fuera —dijo él finalmente, su voz áspera, cargada de algo que no sabía si era alivio o deseo contenido—. Pero me alegra escucharlo.
Un crujido lejano interrumpió el momento. Los dos se tensaron de inmediato. Kael se puso de pie en un solo movimiento, los sentidos en alerta.
—Quédate con Liam —le ordenó suavemente a Lyra mientras se dirigía a la puerta.
Ella asintió, cubriendo al niño con el brazo. Kael salió en silencio, sin molestar a los guardias que vigilaban más allá del pasillo. El sonido no venía de la entrada principal, sino de