Mi teléfono sonó y tuve que levantarme de la mesa y dejar la conversación a medias, aunque siento que Mía no estaba preparada para decir lo que yo necesito escuchar.
—hola, señor D’ Luca, hay problemas con las excavaciones, debe venir pronto a la oficina, ya que los socios están muy enfadados.
—Andrés, dile al chofer que esté listo para salir, nos vemos en la oficina, esto era lo último que me faltaba.
—¿Qué sucede?
—tengo problemas en el trabajo, creo que quizás esté a punto de quedarme en la ruina.
—¿y qué haces aquí? Arréglate para que vayas a solucionar los problemas, haz lo que sea necesario para salir de esa situación y pase lo que pase, yo estaré esperándote.
—gracias, esa fue la única palabra que pude pronunciar porque tenía un nudo en la garganta, era la primera vez que enfrentaba la posibilidad de quedarme en la calle y a su vez la primera vez que tenía a alguien que me apoyara sin esperar recibir algo a cambio, es un sentimiento que no había experimentado desde que murieron